Bereshit. «Al principio, Dios hizo…»


Bereshit:
Con esta mágica palabra se inicia la lectura del Génesis, el primero de los cinco libros del Pentateuco o Antiguo Testamento. Investigando el real sentido etimológico del término, descubrimos el ignoto origen de la Creación, y las aportaciones del Zohar, la cábala o la esoterista Helena P. Blavatsky apuntan hacia nuevos horizontes de comprensión científica y cosmogónica.

Bereshit es la transcripción normalmente admitida –desde el punto de vista exotérico– de la primera palabra del Génesis, el primero de los cinco libros del Pentateuco o Torah (Biblia hebraica), o Antiguo Testamento según la versión cristiana. Bereshit significa «al principio».

Hay diferentes claves para interpretar la Torah, al igual que sucede con otros sistemas esotéricos de la tradición oriental. No se trata aquí de discutir sobre la antigüedad de la Torah o acerca de su autenticidad como revelación. Helena P. Blavatsky, en el tomo V de su Doctrina secreta, nos describe con suficiente claridad los antecedentes caldeos de la Torah hebraica. Además, la autenticidad del texto –generalmente aceptada– sigue siendo objeto de polémica para algunos; en efecto, los manuscritos originales hebreos se perdieron en la época del primer destierro de los judíos a Babilonia. Los libros fueron transcritos de memoria por el sacerdote Esdrás, y no tenemos otra alternativa que confiar en su memoria y en su integridad.

Sin embargo, la Torah encierra un esoterismo propio, que se revela a través de la cábala, en el cual se enraíza el judaísmo. Junto a la Torah, –o ley escrita– existe el Talmud –ley oral–, compilación de la Mishna –comentarios sobre la ley escrita– y de la Guemara –comentarios sobre los comentarios– , al que se refiere la ortodoxia hebrea. De esto resulta que, a veces, las prescripciones del Talmud están muy alejadas de las enseñanzas ocultas de la Torah.

Cábala viene del hebreo, significa «recibir». Los cabalistas dicen que Moisés, además de la ley escrita, recibió en el monte Sinaí la revelación de una ley secreta: la cábala.

Por otra parte, según la cábala, la totalidad de la Torah está contenida en el primero de los cinco libros del Pentateuco: el Génesis. El primer libro, en su totalidad, está contenido en el primer capítulo, que a su vez está contenido en la primera sentencia; la misma se haya íntegramente en la primera palabra, y esta se resume en la primera letra: beth.

La primera sentencia del Génesis es generalmente leída: Bereshit bara Elohim eth hashamaïm v’eth h’areths; o sea: «Al principio, Dios creó los cielos y la tierra».

En hebreo no se escriben las vocales, y a menudo no se respeta el espaciado entre palabras. Helena P. Blavatasky incide en este rasgo y nos ofrece otra lectura; así, la misma sentencia se vuelve: «Viniendo de la esencia eterna, la doble fuerza ha formado el cielo doble»; o también: «En la fuente-madre, los dioses desarrollaron los cielos y la tierra».

Un comentario del Zohar, el Libro de los esplendores –de referencia cabalística–, asocia el «principio» a la luz: «Antes que nada, el Rey hizo posible la transformación del vacío en un éter transparente e imponderable. Después, por un misterio de los más secretos, ese fluido se transformó en un gas sin ninguna configuración ni color. Solo cuando el Rey dio contornos a la materia, se originó esa variedad de colores que, en realidad, no existe (…). Así, con el sonido del verbo, el infinito golpeó en el vacío; por tanto, el sonido del verbo constituyó el principio de la materialización del vacío. Pero esa materialización se hubiera quedado siempre en el estado de imponderabilidad si, en el momento en que golpeó al vacío el sonido del verbo, no hubiese surgido el punto deslumbrante, origen de la luz, que constituye el supremo misterio y del cual la esencia es inconcebible. Por esta razón, el verbo se llama ‘principio'» (Zohar, I, 15a).

PIERRE POULAIN