"Los egipcios representan el cielo, que no puede envejecer ya que es eterno, con un corazón que descansa sobre un brasero cuya llama alimenta su ardor...." Plutarco: Isis y Osiris.
El Oriente cristiano, al igual que el hinduismo, tiene su propio yoga, una técnica mística de unión con el Verbo Divino a través de la oración, una oración perpetuamente ininterrumpida, como la respiración o el ritmo del corazón.
- Se llama la "Oración del Corazón" y es la verdadera "Vía del Corazón". No es una sensibilidad simple y trivial, sino que, por el contrario, exige un dominio especial, una técnica de oración, una ciencia espiritual a la que los monjes se consagran por completo. El método de oración interior o espiritual conocido bajo el nombre de "Hesicaismo" (del nombre de San Hesiquio del Sinaí en el siglo VIII) pertenece a la tradición ascética de la Iglesia de Oriente y se remonta a la antigüedad. Se transmite oralmente de maestro a discípulo, mediante el ejemplo y la dirección espiritual, como en la India o el Tíbet. Esta disciplina se puso por escrito a principios del siglo XI, pero se pueden encontrar rastros de ella en los grandes místicos del siglo III y en algunos textos en los que se vinculan ciertos atributos de Cristo con la teoría de los Nombres Divinos o Nombres de Poder de la Cábala.
Ya San Juan Crisóstomo nos dice que: "Para que el Nombre de nuestro Señor Jesucristo descienda a lo más profundo de tu corazón, y para que venza al dragón que allí asola tus pastos, y además salve tu alma y la vivifique, aférrate sin cesar al Nombre del Señor Jesús para que tu corazón beba del Señor y el Señor de tu corazón, y para que así los dos se conviertan en uno solo...."
Como podemos observar, en el hesicaismo, para lograr la luminosa unión divina, la Gracia esencial de Dios y la técnica psicológica humana trabajan juntas inseparablemente. Veamos las reglas generales de esta técnica. El Hesiquista lo practica a la hora de la puesta del sol (hora canónica de las Vísperas), de las 18 a las 21 horas solares, en su celda silenciosa y oscura. Algunos textos dicen que hay que rezar sentado. Y la tradición cristiana oriental indica invariablemente que la persona que reza está orientada hacia el Este, donde debe dibujarse una cruz en la pared. No se mencionan las fumigaciones(con incienso) realizadas en la celda, pero se cree que éstas pueden ayudar al desarrollo del misticismo, siempre que el incienso haya sido sacralizado. En la tradición del Oriente cristiano, los iconos reflejan el principio de la encarnación de las "imágenes santas" desde lo alto en nuestro mundo imperfecto. En definitiva, son Arquetipos Divinos que se materializan siguiendo un método extremadamente oculto y elevado. En primer lugar, el icono debe reflejar únicamente imágenes de Paz y Luz: la Virgen y el Niño, la Natividad, la Ascensión, los Grandes Arcángeles (Miguel, Gabriel, Rafael) o los Santos. El Icono nunca debe materializar (he utilizado a propósito el verbo materializar y no representar) imágenes de sufrimiento, dolor o castigo.
Los monjes a los que se les encomienda la tarea de confeccionarlas deben trabajar en ayunas, en estado de gracia, de rodillas y a determinadas horas canónicas. Los pintan sobre paneles de madera y luego colocan capas de pintura especial, cuya formulación se remonta a los primeros siglos, que contiene elementos minerales, vegetales y animales. El monje asocia así los tres reinos con esta encarnación salvadora de lo divino. Asocia a este ascenso purificador toda la naturaleza, que ha caducado a causa del primer hombre. Una vez aplicadas las capas de pintura, pinta el tema del icono, insertando todo el oro posible. El icono debe estar ahuecado para que "la tierra refleje la huella del Cielo", según la tradición. A continuación se bendice el icono con una fórmula especial, con abundantes y frecuentes fumigaciones de incienso, colocando pequeñas luces a su alrededor o delante de él: lámparas de aceite (rojas) o velas de cera de abeja. La "Oración del Corazón" debe ser, de hecho, una "adoración" y no una pregunta, según la regla secular. A continuación, se recita el mantra. Para el Hesiquista consiste en pronunciar interiormente la siguiente fórmula inmutable:
"KYRIE ISSU CHRISTE IE THEU ELEISON IMAS AMARTANON,"
es decir
"SEÑOR JESUCRISTO, HIJO DE DIOS, TEN PIEDAD DE MÍ, PECADOR".
Las liturgias orientales y latinas hacen uso frecuente de la fórmula: "Kyrie eleison ... Christe Eleison" y las vibraciones sonoras están muy cerca unas de otras en la fórmula cristiana. Antes de comenzar, el Hesiquista tendrá que meditar sobre la muerte, la auto-humillación, la visión (naturalmente esotérica) del Juicio Final con el que se termina la creación presente y seguida por el futuro Eón. Meditará sobre la "recompensa", que es la fijación de las almas a través del Principio Fuego, Fuego que de alguna manera las sumerge. Fijación que puede ser buena o mala, que deriva del juicio de todas las criaturas, hombres o Ángeles. Tendrá que tomar conciencia de que es el más corrupto de todos los hombres, más malvado que los propios espíritus malignos y, por consiguiente, merecedor del rechazo final. De este estado de ánimo interior debe surgir la contrición, la tristeza y las lágrimas. Si se alcanza este estado de "transmutación" del ser interior, análogo a la "putrefacción" alquímica, la exaltación debe permanecer allí hasta que este estado desaparezca naturalmente. Pero si el alma ha permanecido insensible a esta preparación, la tradición del hesicaismo aconseja orar para obtenerla, como una gracia. Quiero señalar que no se trata de hacer del Hesiquista un pesimista, un desesperado. Por el contrario, la norma establece que debe vivir alegre, de buen ánimo y feliz de sentirse en el camino correcto.
Pero esta "putrefacción" debe lograrse desde el momento en que comienzas los ejercicios. El rosario sirve para rítmica, para comprobar el número y el progreso de la letanía del mantra. Se recomienda un rosario que consta de ocho juegos de ocho granos (en memoria de las ocho bienaventuranzas), cada uno separado por un grano más grande, para un total de 72 granos (en memoria de los 72 nombres divinos del Shemamphorash). Para cada uno de los 64 granos ordinarios se puede utilizar la fórmula corta:
KYRIE ISSU CHRISTE IE THEU ELEISON
y pronunciar para los ocho granos que separan la serie, la fórmula larga:
KYRIE ISSU CHRISTE IE THEU ELEISON IMAS AMARTANON.
La respiración debe ser regular, rítmica por la fórmula que debe pronunciarse durante la inhalación, la inhalación se realiza sólo por la nariz, y la recitación es puramente interna, nunca verbal. El Hesiquista rechaza todo deseo de prodigio, huye de los poderes psíquicos como medios utilizados por las entidades inferiores para desviarle de su camino espiritual. Informo de lo que dijo un Hesiquista de los primeros siglos:
"Queriendo contemplar el rostro del Padre Celestial, no te esfuerces en ver durante tu oración alguna imagen o figura... Huye del deseo de ver bajo una forma sensible a los Ángeles, a las Potencias o al Cristo. De lo contrario, se corre el riesgo de hundirse en la locura, de tomar al lobo por el pastor y de adorar a los demonios en lugar de a Dios... El principio del error está en el deseo del espíritu de percibir la Divinidad en una imagen o figura."
Esta técnica suele ser concomitante con grandes tentaciones, infestaciones, obsesiones y apariciones demoníacas. Aquel que en el curso de las evocaciones mágicas haya logrado ver el mundo demoníaco y, sin ser poseído por él, haya permanecido dueño de sí mismo, tendrá su fe confirmada para siempre. Hemos visto que la letanía, el mantra, implica ocho palabras en griego (fórmula completa) y seis palabras sólo en la fórmula abreviada. La fórmula se pronuncia, repito, interiormente, durante la inhalación visualizando la fórmula, tal como se transmite con el aire inspirado, descendiendo a nuestro corazón con la imagen de Cristo. Si hacemos la comparación con el yoga tántrico, donde se habla de un "Loto del corazón", vemos lo cerca que están el hesicaismo y el yoga. Los raros documentos del hesicaismo no mencionan las fumigaciones; éstas forman parte de las instrucciones orales transmitidas de maestro a novicio. Es evidente que el aire elemental que respiramos es muy impuro. Sabemos por la tradición cristiana (San Pablo, Carta a los Efesios) que la atmósfera es el hábitat del mundo demoníaco. De ahí la necesidad de purificarlo con una fumigación, cuya fórmula de sacralización es un exorcismo breve pero eficaz. Sobre el despertar de lo que el tantrismo llama la Kundalini, una especie de energía psíquica de naturaleza ígnea y que todos los tratados afirman que es peligrosa de manejar, incluso mortal si no es guiada por un verdadero maestro, las escrituras judeocristianas dicen: "El eterno tu Dios es un fuego consumidor" Deuteronomio IV, 24 "Mi palabra es como un fuego" Jeremías XXIII, 29
“Haré salir un fuego de sus entrañas que los devorará… Todos ustedes tienen, encendido en ustedes, un fuego que los quema, están envueltos en llamas. Camina a la luz de este fuego que has preparado, en las llamas que has encendido... " Isaías L, 2. "El fuego que sale del hombre que lo contempla, lo devora" Hekhalot Rabbati III, 4. Ciertamente hay un doble aspecto de este Fuego. Sabemos que el Templo de Salomón, réplica del Tabernáculo, fue construido por Salomón según los diseños recibidos a través de David, su padre, de manos del profeta Natán, depositando el esoterismo de Israel.
Sabemos que el Templo fue construido a imagen de Dios, del hombre y del universo, y que estudiar significa estudiar a uno y a otro. Había dos Altares en los que ardían dos fuegos diferentes: uno era el Altar de los Perfumes, en el que, al amanecer, al mediodía y al atardecer, se ofrecía a Dios incienso de adoración y alabanza. El otro altar era el de los sacrificios, en el que los sacrificadores ofrecían las víctimas consagradas. El Altar de los aromas es la imagen de nuestro corazón, de nuestras buenas acciones. El Altar de los Sacrificios es la imagen de nuestro cerebro y del sacrificio que tenemos que hacer de nuestras pasiones, representadas por los animales.
Cada uno de los cinco objetos consagrados: el Arca de la Alianza, el Candelabro de los Siete Brazos, el Altar de los Perfumes, el Altar de los Sacrificios y el Mar de Cobre, corresponde a uno de nuestros centros psíquicos esenciales en el templo interior que llevamos dentro. De ahí las palabras del rosacruz Robert Fludd: "Cuando el Templo sea consagrado, sus piedras muertas volverán a cobrar vida, el metal impuro se transmutará en oro, y t el hombre redescubrirá su estado primitivo".
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