EL CRISTO MÍSTICO - Jorge Adoum

La Religión cristiana es, netamente, una religión solar. La mitología comparada ha sido un arma peligrosa para combatir a todas las religiones. Sus golpes más peligrosos fueron dirigidos contra Cristo. Su nacimiento de una virgen, en la NATIVIDAD, el degüello de los inocentes, sus milagros y enseñanzas, la crucifixión y la resurrección, la ascensión y demás acontecimientos que esas narraciones revelan, nos muestran una identidad con otras vidas, y allí surge la duda sobre la existencia histórica de Jesús el Cristo.

El mito es una narración de movimientos que proyectan sombras, y el lenguaje empleado en esas narraciones es lo que se llama LENGUAJE SIMBÓLICO. Los símbolos representan un alfabeto pintoresco que los autores del mito emplean; cada símbolo posee un sentido determinado. Es imposible leer el mito sin conocer los símbolos, pues los primeros autores de los grandes mitos fueron siempre Iniciados habituados a emplear un lenguaje simbólico en sentido fijo y convencional.

Cada símbolo tiene un SENTIDO PRINCIPAL y varios sentidos secundarios que interpretan el primero. Por ejemplo, EL CIRCULO es el símbolo del DIOS INFINITO, pero también simboliza al SOL que, a su vez, simboliza al LOGOS y la encarnación del LOGOS. También es el ENVIADO. EL INICIADO Y EL INSTRUCTOR DEL MUNDO SON DESIGNADOS CON EL SIGNO DEL SOL, pues así como el Sol salva al mundo, también el Enviado salva a la humanidad. Por ello, todo INSTRUCTOR o ENVIADO ES UN LOGOS «HIJO DE DIOS», el cual baja al plano material para salvar al mundo, de las tinieblas de la ignorancia y del despotismo, como el Sol salva a la Tierra de la oscuridad, del frío y de la muerte. ESTE ES EL MITO SOLAR.

El Sol es la sombra física del Logos, tal como la llama lo es de su cuerpo". Entonces, la encarnación del Logos se representa con una sombra y en cuerpo mortal. El Mito Solar es, pues, una narración en la cual aparece, en primer lugar, la actividad del Logos o Verbo en el Cosmos y, luego, en los hechos biográficos de un ser que es una encarnación del Logos, representado como Dios o Semidiós, MIENTRAS SU CARRERA SERA DETERMINADA POR EL CURSO DEL SOL, PORQUE ESTE ASTRO ES LA SOMBRA DEL LOGOS. El Logos Encarnado nace con el Sol y, como éste en el solsticio de invierno, muere en el equinoccio de primavera y es vencedor de la muerte, y asciende al Cielo. El Dios Solar ocupa muy laboriosamente los seis primeros meses del año, mientras que los otros seis meses son un período de protección y conservación. Nace siempre en el solsticio de invierno, después del día más corto del año (en el hemisferio boreal) y en la noche entre el 24 y el 25 de diciembre, la noche santa por excelencia en todo el año. El signo zodiacal de la Virgen Inmaculada Celestial se halla sobre el horizonte oriental en la medianoche, y el Sol (Niño) del año nuevo da entonces comienzo a su jornada, desde el punto más austral en dirección al hemisferio Norte, para librar esa parte de la oscuridad y del frío, de la humedad y del hambre que serían inevitables si permaneciese siempre debajo del ecuador.

El Niño Solar nace de UNA VIRGEN (Signo de la Virgen) que está en el horizonte y conserva su virginidad después del nacimiento del Niño Solar. El Niño es delgado y débil, pues viene al mundo cuando los días son más cortos y las noches más largas (en el norte del ecuador); su infancia está cercada por peligros, porque en esos tiempos el reino de las tinieblas es más fuerte que el suyo, y los astros, estrellas y luminarias infantes del cielo son degollados por el rey de la oscuridad; pero el día se va alargando al aproximarse el Niño Sol del equinoccio de primavera. Finalmente, llega a un punto de su trayecto, la crucifixión, cuya fecha varía anualmente.

El Dios nacido en la aurora del 24 de diciembre es siempre crucificado en el equinoccio vernal y da la vida para alimentar a sus adoradores. Tales son las características más importantes del Dios Solar. La fecha de su nacimiento es fija, mientras que la de su muerte es variable, debido a que la primera corresponde a una posición fija del Sol, en tanto la segunda es una posición variable, pues la Pascua («de paso») es variable y se calcula según las respectivas posiciones del Sol y de la Luna, porque esta fecha no se refiere a la historia de un hombre sino a la del Dios Solar.

La ISIS egipcia y María de Belén son, cada una de ellas. Nuestra Señora Inmaculada. Estrella del Mar, Reina del Cielo y Madre de Dios. A ambas se las representa con la Luna; Isis tiene a la Luna coronando su cabeza; está coronada con la atracción de la materia, mientras que la Virgen está pisando la Luna y doce estrellas la coronan, o sea, es el Espíritu que domina a la materia. A Isis se la representa con la Luna creciente en la cabeza y amamantando a Horus. Está sentada en una sillita, puesto que el hijo carga una cruz sobre los hombros. A la VIRGEN DEL ZODIACO se la reproduce, en dibujos antiguos, con una mujer que amamanta un niño, la cual representa el tipo de todas las almas futuras con sus hijos divinos. A Devaki la representan con Krishna en brazos, a Ishtar en Babilonia con la corona de estrellas, y a su hijo Tammuz de rodillas en su regazo. Hércules, Perseo, los Dióscuros, Mitra y Zaratustra tenían un nacimiento tanto divino como humano.

Los cristianos de antes sabían que Jesús no nació el 25 de diciembre. Diversas sectas escogieron ciento treinta fechas como días de nacimiento del Nazareno, hasta que el Papa Julio I (337‐352) dispuso zanjar la cuestión. San Juan Crisóstomo escribió en el año 390, bajo el Papa Silicio (384‐399): «Este día 25 de diciembre acaba de ser escogido, en Roma, como el día del nacimiento de Jesús, a fin de que los paganos, ocupados con sus ceremonias (las Brumelias, en honor a Baco) dejen que los cristianos celebren sus propios ritos sin ser incomodados». Tenemos a mano muchas fuentes históricas, pero la transcripta es suficiente.

El animal que simboliza al Héroe o Salvador es el Signo Zodiacal en el cual el Sol alcanza el equinoccio vernal; éste varía de acuerdo con la precesión de los equinoccios. En Asina, Oannes tenía por signo a Piscis o el Pez; se lo consideraba bajo esta forma, y hemos observado que los Sumos Sacerdotes de Babilonia o Asiria tienen sus mitras (adorno de la cabeza) en forma de pez, el cual representa la fecundidad. Mitra coincide con Tauro (Toro). Osiris era también venerado bajo la forma de Apis o Serapis, «El Toro». El Sol en Aries (carnero o cordero) es el símbolo de Astarté, de Júpiter AMMON y de JESÚS, EL CORDERO DE DIOS. El PEZ se aplica igualmente a Jesús, como se lo puede observar en las catacumbas. La muerte y resurrección del Dios Solar o su Verbo en el equinoccio de primavera, o cerca de esta fecha, se encuentran difundidas, igual que su nacimiento en el solsticio de invierno. La muerte de Tammuz era llorada todos los años en Babilonia y Siria; la de Adonis en Siria y Grecia; la de Atis en Frigia; la de Mitra en Persia, y la de Baco y Dyonisos en Grecia. La misma idea se acompaña en México con la Cruz.

Una antigua costumbre del vulgo consistía en no comer carne cuando moría un ser querido. Esta costumbre, con la que se demostraba la aflicción y la gran tristeza de los parientes, era una herencia de tiempos remotos. Cuando murió Tammuz, Isthar lloró y no aceptó alimento alguno a causa de su profunda tristeza. Pues bien, esta tristeza nos legó el ayuno que precede a la muerte del Sol en el equinoccio vernal (la Cuaresma); encontramos esa costumbre en México, Babilonia, Asiría, Egipto, Persia y Asia Menor. Su duración es, en ciertos casos, de cuarenta días.

El Cordero era el signo del equinoccio vernal, en la época histórica del Cristo. A su paso (por la PASCUA) por el gran círculo del horizonte, «EL CORDERO DE DIOS FUE CRUCIFICADO EN EL ESPACIO».

Esas narraciones nunca se refirieron de modo particular a un individuo llamado Jesús, Osiris, Krishna u otro fundador de una religión, sino al Cristo Universal. El Cristo del Mito Solar era el Cristo de los Misterios y EL CRISTO DE LOS MISTERIOS ES EL HOMBRE DIOS O EL DIOS HOMBRE: ES EL CRISTO MÍSTICO.

Los Hierofantes enseñaron, en todos los templos de Misterios, que en el Sol existe una fuerza espiritual y también una fuerza física. Esta última es la de los rayos solares; ella fecunda la Naturaleza, como EL PADRE FECUNDA A LA MADRE. Produce el crecimiento de las plantas y, por lo tanto, sustenta y conserva los reinos animales y humanos. ES UNA ENERGÍA CONSTRUCTORA Y CREADORA, Y FUENTE DE TODA FUERZA FÍSICA.

El drama del Cristo Solar y el del Cristo Místico es el del hombre que veremos más tarde, pues el hombre tiene dos nacimientos: un nacimiento físico y otro Místico. El nacimiento físico puede ocurrir en cualquier época; pero el nacimiento Místico, por medio de la Iniciación, se efectuaba en los antiguos templos en la medianoche del día 24 de diciembre y. durante la ceremonia, el NEÓFITO, el niño, veía al SOL ESPIRITUAL (Estrella de BELÉN en la casa de carne), veía al CRISTO SU SALVADOR ESPIRITUAL en el corazón, así como el Sol físico era su salvador físico.

Muchas personas dudan de la existencia histórica del Cristo. Dejémoslas en sus divagaciones, pues no tenemos tiempo para tratar de demostrar la existencia del Sol.

La narración del descenso del Verbo al seno de la materia es tan perfecta y verdadera como el descenso del YO SOY A MI CUERPO.

Jesús se identificó con Cristo, EL VERBO POR QUIEN TODAS LAS COSAS FUERON HECHAS. Este hecho divino se convirtió para todas las iglesias en fechas históricas de Jesús, a quien consideraban la Divinidad Encarnada (Cristo Místico). Así como el CRISTO DE LOS MISTERIOS, EL LOGOS, la SEGUNDA PERSONA DE LA TRINIDAD, es el Macrocosmos, así también el Microcosmos, o el hombre, encierra y representa el segundo aspecto del Espíritu Divino llamado, por eso, CRISTO. El segundo aspecto del Cristo de los Misterios es, por lo tanto, la vida del Iniciado, la vida del SEGUNDO NACIMIENTO EN EL REINO INTERNO. Durante esta Iniciación Interna, el Cristo nace en el hombre y más tarde se exalta, para volver más inteligible al Iniciado la naturaleza del Espíritu en él.

El hombre solamente puede aspirar a la Iniciación por medio del AMOR. El hombre puede, mediante el Amor verdadero, volverse «puro, santo e inmaculado, y vivir sin transgresión», llegando así a ser Iniciado, a SER CRISTO CONSCIENTEMENTE. Este es el camino de las pruebas que lleva hacia la «PUERTA ANGOSTA», hacia «EL CAMINO DE LA SANTIDAD» y. después, hacia «EL GOLGOTA CON LA CRUZ A CUESTAS».

El Cristo‐Sol en el hombre es el FUEGO DIVINO DEL ALMA, que se debe CONVERTIR EN LUZ. «NUESTRO DIOS ES FUEGO», dijo Moisés. Es el Niño que nace con el hombre en el pesebre, en la casa de carne (BELÉN), el cuerpo físico.

El aspirante debe desarrollar de manera perfecta estas cualidades, antes de que el Cristo pueda nacer en él. Debe preparar la morada para este NIÑO Divino que va a crecer dentro de él. Los preceptos necesarios para desarrollar esas cualidades están perfectamente trazados en el SERMÓN DE LA MONTAÑA. No tenemos que decir nada más sobre el particular.

EL MAYOR MISTERIO DEL CRISTIANISMO ESTA ENCERRADO EN EL EVANGELIO DE SAN JUAN 1:1‐14:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen en él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venia a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho: pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y verdad.

Todas las religiones, antiguas y modernas, colocaron y colocan sobre los altares la imagen de un hombre o una mujer para simbolizar el Poder Divino y Adorarlo. El Arca de Noé. la Tierra Prometida, el pesebre de Belén, el Santo Sepulcro, el Tabernáculo, Jerusalén, el Templo de Salomón, etc., no son más que el mismísimo cuerpo humano en el que arde el Fuego Cristico.

El hombre es un sistema Universal, compuesto por astros, planetas, soles, lunas, cometas, vías lácteas y constelaciones, y debe seguir la misma LEY DEL SISTEMA MAYOR.

Cuanto más perfecto es el hombre, tanto mayor cumplimiento da a estas leyes, como lo hizo Jesús el Cristo. Nosotros también «debemos llegar, algún día, a tener la estatura de Cristo».

Autor:Jorge Adoum– Mago JEFA
Tomado del Libro: “Del Sexo a la Divinidad”.