Un alquimista a quien· veo todos los días, hace un extracto de brea y varias sustancias vegetales y en esta mezcla pone a hervir una pequeña cantidad de sustancia alquimista, depiedra filosofal ; y entonces resulta un remedio que realmente cura todas las enfermedades. Lo llama bálsamo universal, y prescribe de él unas gotas en ayunas. Veamos mi propia experiencia.
Yo he sufrido durante años de los intestinos, como diarreas, con intervalos de estreñimiento tenaz. No me sirvieron ni mi régimen vegetariano, ni mis ejercicios higiénicos, ni nada. Mi vientre era rebelde a todo y vivía con sumo cuidado, porque el más leve descuido me descomponía. Llegué a Alemania, tomé las primeras cinco gotas y desde ese instante estoy tan sano como veinte años atrás. Hoy día, en cuanto al funcionamiento de mi vientre, soy un reloj.
Vi otro alquimista en París. Había puesto plomo en un retorta y la masa estaba en ebullición. Tomó la punta de la sustancia negrusca e instantáneamente se convirtió el plomo en oro. Ese oro, que se hace bajo ciertas constelaciones y fórmulas, atrae el oro en general.
La sustancia universal se encuentra por todas partes y es la base de todo. Por ella crecen las plantas; mediante su poder nos desarrollamos nosotros, y la transmutación de las piedras en lo interior de la tierra, es debida al impulso de esa sustancia que se encuentra diluída por todas partes y que el alquimista une, junta y conserva para sus labores.
"Esta sustancia se encuentra en todas partes, pero si el ocultista no la encuentra en sí mismo no la encontrará en parte alguna".
Es la materia prima, el origen de todo y se encuentra por doquier, unida a diferentes sustancias. La sustancia donde más fácilmente se aísla es el mercurio, por eso los antiguos decían que el mercurio era el origen de todo.
Los alquimistas de la Edad Media, tenían como dogma: "Mercurius philophicum est nigredo perfecta".
Luego, como los alquimistas observaban los fenómenos de la naturaleza, encontraron una notable relación entre su labor y la formación del feto en el vientre materno. Cuarenta días requiere el espermatozoario o espermatozoo para tomar forma humana. Después, en siete divisiones de tiempo -en total 280 días- se logra la formación del sér humano. Así como las materias excluídas en las operaciones alquimistas tienen su aplicación, encontraron la aplicación mágica de la sangre menstrual. El alquimista, para lograr la materia prima, requiere el mismo tiempo, cuarenta días de preparación, y luégo siete veces cuarenta para su labor.
Así como es arriba, así es abajo; así como se forma la celdilla, se forma el hombre, y así como se forma el hombre, se forma el universo. Los alquimistas dedujeron de la formación humana toda una cosmogonía científica. Interesante es entonces la relación del sér humano con el exterior planetario; es decir, la influencia que ejercen las estrellas sobre el crecimiento, desarrollo y destino del sér humano.
Por mucho tiempo los astrónomos se reían cuando el alquimista astrólogo pretendía encontrar fuerzas en el zodíaco, ya que el astrónomo decía que aquel círculo era imaginario y jamás real, hasta que últimamente el adelanto del análisis espectral ha comprobado que existen rayos diferentes en cada uno y entre el conjunto de los signos que se creían tan solo imaginarios.
Huiracocha
Revista Rosacruz
Año III, Nro 14
Bogota, Enero 1937