En una circular del mes pasado decía que hemos celebrado en el templo, como es usual todos los años, los misterios de San Miguel…
Acto delicioso y solemne en cuyos supremos instantes, cuando el alma estaba absorta en su gran magnificencia, la mente permanecía lejos, muy lejos, fija en la Grey de España y américa, donde todavía no ha sido posible ni mencionar siquiera, esta sublimidad oculta que encarna uno de los más importantes y luminosos arcanos; sin embargo, y aunque no es prudente en este mensaje epistolar que va a todos, descorrer el velo que cubre piadosamente el santuario, vamos a mencionar puntos esenciales por si en algunos de nuestros lectores, surge en silencio la luz esplendorosa de la intuición…La caída de los ángeles que hicimos entrever en nuestro libro: “Logos, Mantra, Magia”, no es un hecho casual, urdido caprichosamente por una trama cósmica sin un fin previsto. Es algo de extrema importancia a lo que todavía no se le ha dado el valor real que en sí tiene. Esa sumisión, caída o descenso de los ángeles, fue ciertamente provocada por el Arcángel Miguel – cuyo verdadero nombre de entonces era Miguao – auxiliado por sus huestes poderosas que combatieron con tenaz porfía a los rebeldes caídos, a su vez capitaneados por Satanael.
Cuentan en los misterios, que tres veces hubo de lanzarse Miguao contra Satanael; pero éste último, más fuerte aún que su contrincante, llegó a vencerle quemándole las alas en señal de triunfo… entonces, viendo el Sumo Hacedor que Miguao era impotente para vencer a su enemigo, quitó a Satanael la última sílaba colocándola al final de Miguao; convirtiendo Miguao en Miguaoel. Luchó de nuevo contra el que ya era Satán, al que logró vencer en rudo combate, arrojándole por fin de las regiones celestes…
Esta espantosa caída que Satán sufrió con todas sus huestes, prolongadamente ha hecho que uno y otro adversario continúen siendo encarnizados enemigos y aún hoy, con tenaz desesperación, siguen luchando las fuerzas Miguelistas y las Satánicas. Pero, aunque esta contienda se viene dilatando desde siglos, sólo se han debatido en ligeras escaramuzas y muy rara vez, ambos mandos contendientes, se han enfrentado en una verdadera batalla decisiva. La última, la que se considera más importante, fue aquella que dio origen a la desaparición de la Atlántida y, aun así, han transcurrido ya unos 12.800 años de los que llamamos Platónicos dentro del ocultismo.
Sucede siempre, que el enemigo derrotado, ya sea por odio o por venganza, destruye el campo de ocupación y al retirarse, deja por todas partes la desolación, la miseria y la ruina… después de la derrota de las huestes Satánicas por las legiones Miguelistas, sólo quedó tiempo a Satán para hundir aquel Gran continente – tal un juguete en manos de un niño – con toda su cultura progresista que había sido el asombro del mundo; sin embargo, no todo desapareció. Quedó el imperio de los Mayas de México, las crestas suntuosas de Monserrat y los inmensos y abruptos Himalaya. De esos focos de lumínica potencialidad, partieron de nuevo los misterios cuyos sagrados arcanos, en los momentos en que se preparaba otra gran batalla de esas dos fuerzas, tuvieron que venir a manos de la iglesia gnóstica, después, de haber sido custodiados por la orden Rosa Cruz.
La batalla actual de esos irreconciliables enemigos, ha comenzado ya. Los primeros ataques de Satán, fueron a México donde, desde 1910, han corrido ríos de sangre, mientas las ideas religiosas eran perseguidas con tenacidad absurda. Vino la guerra mundial. Siguió Rusia, sufriendo el embate Satánico y vio perecer de hambre a más de treinta millones de habitantes, dejando a éste pueblo un orden nuevo, pero aparente, “la Revolución”, que no es otra cosa que un caos inmenso por donde asoman sus monstruosas cabezas, el odio y el rencor. Luego el exterminio, se extendió por toda américa, donde las revoluciones se han venido sucediendo con demasiada intensidad, hasta dar en España finalmente que ve correr la sangre para poder crear un espíritu nuevo de libertad y justicia.